Un propósito: descubrirte

Autora: Ana Isabel Herrera Ochoa

Aquel 15 de octubre del 2021 fue uno de los fines de semana más esperado por mí, pues ese día comenzaba la aventura por el Páramo de Sol ubicado en el municipio de Urrao, Antioquia.

La primera noche la pasamos en uno de los mejores hoteles del municipio —o a mi parecer al menos— un hotel cuatro estrellas. Esa misma noche repartimos los snacks para emprender a la mañana siguiente hacia el Páramo, donde pasaríamos 2 noches en el campamento base llamado Piedra de oso ubicado a 3.650 m.s.n.m.

En la mañana, la montaña nos recibió con un poco de lluvia y vientos que rondaban temperaturas de 12 grados más o menos. Sin embargo, era tanta la emoción y motivación de subir al Páramo que lo único que hizo la lluvia fue unirnos como grupo y compartir en mucha más cercanía el desayuno de aquel día (sándwich de pollo con milo).

Nos esperaban 12 kilómetros hasta el campamento base y una que otra enseñanza que nos brindaría la montaña. El grupo se dividió en tres, siendo el primero uno de los más rápido, el segundo grupo con una frecuencia acorde (yo iba en este) y el tercero las personas que se les dificultó un poco más mantener un ritmo constante.

El ascenso al Páramo para llegar a la Piedra de oso se asemeja a varios niveles de un video juego o mejor aún, a diversos matices reflejados en situaciones cotidianas que nos sacan de nuestro ambiente diario y nos impulsan a salir y tomar una decisión medida por la objetividad.

Con mi grupo llegamos alrededor de las dos de la tarde, hora en la que el almuerzo ya estaba pasado de tiempo. Al llegar me sentí débil, exhausta y con desánimo a razón del hambre y una fuerte lluvia que se largó en ese instante.

Afortunadamente contaba con dos caminantes que me acompañaron durante todo el recorrido, dos mujeres con una dulzura increíble y una fortaleza que nace desde su corazón. De Eliza aprendí a recordar la felicidad que dan los “pequeños detalles” y Leide, una mujer con un corazón gigante y dispuesta quitarse sus botas para ayudar al otro; por fortuna nos brindamos calor de hogar en la carpa y entre las tres compartimos uno de los mejores fiambres que he probado en mi vida.

El frío hacía de las suyas, ademas porque no lleve muchas de las prendas que necesitaba para el ambiente en el que me encontraba; entre esas, las botas comúnmente llamadas “pantaneras” por lo que todo el tiempo tenía los pies mojados y las botas llenas de pantano.

El domingo dudé en subir al alto de campanas (el mayor atractivo del Páramo) con una altura de 4020 m.s.n.m. Como una vez escuché “ arriba el aire comienza a escasear, por eso no todos llegan allí ”. Volviendo a mi duda, al final entre charla y charla con mi guía favorita ( Mariana) decidí arriesgarme y aceptar el reto de la montaña aquella mañana. Pude comprender que dar el siguiente paso en ocasiones solo depende de qué tan hábil podrías ser en reaccionar ante los problemas que no puedes dimensionar.

A tan solo seis kilómetros podría llegar al segundo lugar más alto de Antioquia y estando allá debía intentarlo. Así fue, comencé a subir poco a poco entre camino y camino en un tramo llamado la cuchilla comencé a sentir algunos síntomas de soroche (mal de altura) por lo que no sabía qué hacer, no podía devolverme, ni mucho menos quedarme y lo único que pensé luego de cinco minutos de respiración consciente fue que solo con mis propios recursos podría salir victoriosa de esa situación, decidí tomarme mi tiempo para realizar inhalación y exhalación hasta que me permití enfrentar el desafío que me presentaba la montaña.

Para mi nivel, elegí bajar antes del atardecer del alto de campanas debido a qué si esperaba el atardecer lo más probable era que tocaba bajar al campamento base de noche cosa que entre todo lo peor que pudiera pasar eso era a lo que más le temía. Algunos optaron por bajar igualmente por una razón similar. Luego de la llegada compartimos una agua de panela caliente deliciosa y crucé unas palabras con Daniela, una chica que sin conocernos hubo sincronía en lo que pensábamos del Páramo y de qué forma estábamos tomando el hecho de subirlo, pero lo que más llamó mi atención de ella fue lo que me dijo que a grandes rasgos fue algo así “para subir el Páramo hay que estar tranquilo y sentirse bien emocionalmente de lo contrario la montaña lo va sentir y va ser más complejo”.

Ni hablar de las noches en el campamento, de sábado a domingo llovió toda la noche y en varias ocasiones tronó de forma abrupta y el frío hizo aún más de las suyas, el domingo al amanecer del lunes fue una de las noches más largas y frías de los tres días.

El lunes el amanecer fue un momento mágico y especial por qué pudimos verlo desde las 5:30 am y a media que pasaba el tiempo el sol comenzó a hacerse más fuerte, a eso de las 9:00 am emprendimos camino para devolvernos al municipio de Urrao. La bajada fue un poco más rápida trayendo matices de dolor en las articulaciones, para algunos en la rodilla y para mí un cansancio general en todo el cuerpo por los mejores tres días de este año. El significado que le das a la bajada se podría asimilar a aprender a reconocer cuanto subiste, hasta donde llegaste, qué capacidad y fuerza interior tuviste y la plasmaste para llegar a la cima.

Enfrentar un nivel cinco siempre dará ansiedad y podría generar el aplazar ir a por ello. Pero al estar allá la única y mejor opción es dar el paso que tanto se quiere dar. Con relación a la vida por fuera del Páramo hay decisiones nivel cinco y otras nivel dos pero sólo está en ti sortear por cuál optar y de qué forma afrontar cualquiera de los niveles.

Gracias Páramo por las enseñanzas y aprendizajes que puede extraer de ti.

Escrito por: Ana Isabel Herrera Ochoa

2 comentarios en “Un propósito: descubrirte”

  1. Hola mi Ana: Excelente descripción de tan extraordinaria vivencia para Ti.
    Todas las sensaciones vividas demuestran la percepción sensorial y espiritual del ser con la naturaleza y las maravillas que esta nos proporciona.
    Te felicitamos.
    Cecilia y Yo te agradecemos por participarnos de tu experiencia.

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